Sentido de Vida e Identidad

Dr. Juan Bosco Ruíz Padilla
SNTSA 37
2 mayo 2022

En las siguientes entradas del blog les voy a compartir unos textos encontrados en una bodega, prácticamente olvidada, de las “Bristish Oldie Galleries”, en Graz, Österreich, por el conocido investigador August von Graff[1],  mientras elaboraba los detalles finales sobre su libro “Influencia del Tratado de Versalles, en la Alemania de la década 1920 – 1930”.

Esta investigación, indudablemente lo conectó con Bertolt Brecht, el dramaturgo alemán, autor de la famosa “Ópera de los tres centavos”[2], cuya música es creación de Kurt Weill, con quien hizo diversas obras, cuya riqueza musical, combinada con la profundidad literaria, siguen influyendo hoy en día.

Como dato ilustrativo, la canción “Alabama Song[3], del grupo de rock “The Doors”, es una versión de una pieza de la ópera “El ascenso y caída de la ciudad de Mahagonny” (Aufstieg und Fall der Stadt Mahagonny)[4].

La intención es que busquen aquellos datos de las cartas, que muestran las constantes en la comunicación inter e intrapersonales, que finalmente las afectan, a tal grado, que pueden construir o destruir.

Como siempre, espero que disfrutes el texto, y lleve algo positivo a tu vida.

Juan Bosco Ruiz Padilla

“Textos rescatados a la media noche”, de unas cartas de Bertolt Brecht a Lotte Lenya, esposa de Kurt Weill, de August von Graff.

Un segundo después de que haya terminado de escribir, te dejo ir, eres libre de mí.

Te dejo ir, ahora que ya no estás.

Te dejo ir porque fuimos hechos el uno para el otro, pero vivimos en mundos distintos, en realidades lejanas.

Te dejo ir porque, aunque lo quisimos, no fuimos hechos el uno para el otro, porque somos muy parecidos, y somos tan distintos.

Te dejo ir por tus verdades a medias, por mis medias mentiras, por nuestras mentiras completas.

Te dejo ir porque quisiste que tu mundo se pareciera al mío, pero ese mundo al que miraste no era el mío, y en ese laberinto de miradas, te perdiste, me perdí, y nos encontramos, o eso creímos.

Te dejo ir, porque ya me duele mucho mentir, porque me está costando la vida escribirte, me está costando la vida pensarte, me está constando la vida vivir.

Te dejo ir, porque somos lo incorrecto en nuestras vidas, porque parecíamos tan perfectos, que no teníamos lugar en nuestras vidas.

Te dejo ir, porque me enamoré como se debe hacer, sin pensar, sin haberlo buscado, sin reflexionar.

Te dejo ir para siempre, porque somos libres, como cuando voluntariamente, dejamos de serlo. Somos libres, ahora.

B.B., en algún lugar del océano pacífico, 1943.

La carta que le escribió Lotte Lenya, la esposa de Kurt Weill, a Bertolt Brecht:

Me hablabas cuando yo necesitaba silencio.

Me tocabas cuando venía dolida del mundo, y lo que necesitaba era que me abrazaras, solamente me abrazaras con ternura, que me ayudaras a sanar mis heridas, porque también te necesitaba, te deseaba con toda el alma, pero estaba herida, profundamente lastimada, tremendamente asqueada de lo que vivo día a día, y confundiste mi dolor con rechazo y desamor.

¿Y sabes?, también eso amaba de ti, las innumerables vueltas que le dabas a las cosas, porque siempre fuiste más intelectual que pragmático, y no es que no pudieras ser las dos cosas, simplemente no sabías que era posible.

Te veía con ternura, como tú me veías, porque también te amaba. ¿Cuál fue nuestro problema?, que ni tú ni yo sabíamos realmente amar, lo que hicimos fue repetir lo que aprendimos, y cometimos los mismos errores, y puede ser que el peor haya sido que, no nos dimos el tiempo para ver cuál era la verdad de cada uno, nos dejamos llevar tanto por eso que nos decíamos que, cuando nos dimos cuenta, ya no estábamos juntos.

Nunca te he dejado de amar, así como amo a tantas personas, y para mí, siempre fuiste libre, porque esa era otra de las cosas que me hacían derretir por ti, no sólo era tu boca, ni tus ojos, ni tu sonrisa, era que te sabías libre, era lo que yo podía descubrir de ti, todos los días, y resulta que pensabas que no lo eras…

Y míranos ahora, hablando del amor que no nos pudimos dar, y se nos olvida el que sí podemos…

Lo único que espero es que puedas ver las cosas como yo; sé que no cambia el pasado, pero hace más llevadero el presente, porque es difícil vivir en el exilio, siempre inquieta por la denuncia y la traición, que ha cobrado vidas de tantos seres queridos, cercanos, y tantos a quienes nos conocemos, pero nos hermana el sufrimiento, y entonces también son familia.

Vive como sabes hacerlo, aprende amar, aprende a amarte, así nos podrás amar a todos

L. L., desde un lugar en Berna, 1944


[1] Es probable que el autor sea el seudónimo de otro académico, porque, aunque los datos son históricos, no se ha demostrado la relación amorosa de los protagonistas.

[2] https://youtu.be/Dyn2UTP5YI4

[3] https://youtu.be/PAK5blgfKWM

[4] https://youtu.be/B8NK1_HVfEg