Sentido de Vida e Identidad

Un breve cuento de amor
Dr. Juan Bosco Ruíz Padilla
SNTSA 37
30 junio 2022

Seas bienvenida, bienvenido, a la entrada del blog.

Lo que ahora te comparto, es una pequeña colección de cuentos que juntó el intercambio epistolar entre la Marquesa de la Torre Roja (MTR), y el Barón Ignaz Níveo (BIN), escritas precisamente el 17 de junio del año 1859. Ambos personajes encarnan el espíritu romántico de la época, y aunque estaban en bandos opuestos, ya que la familia del Marquesado de la Torre Roja apoyaba fervientemente al Emperador Austríaco, la hija mayor, a quien la conocían como “la compasiva”, se enamoró perdidamente del Barón, que comandaba al Undécimo Batallón del ejército de Cerdeña, y era amigo personal de Víctor Manuel II, último rey del Reino de Cerdeña, y primer rey de Italia. Espero que les pueda recordar que el amor, no obstante, la época, conserva la misma esencia.

“Amadísimo Ignaz, estos días han estado llenos de inquietud, y un miedo irracional me invade de vez en vez, por favor dime que te guardarás bien y regresarás con vida”.

MTR

“Pienso en ti, siempre… ¿si lo sabes?, eres la única razón por la que voy a regresar triunfante, tan vencedor que, a tu padre, a quien respecto profundamente, no le quedará otra que brindarme el mismo afecto y respeto que le tengo. No desesperes amada mía”.

BIN

“Dime corazón mío, dime ¿de qué color es el amor?, ¿lo ves a colores?, ¿lo ves en blanco y negro?, porque, aunque mis amigas me han dicho que cada quien le pone el color que quiere, hoy, todo es gris, y casi negro. Tengo mío querido mío. Siempre tuya, tu Marquesita de los mil colores rojos”.

MTR

“Marquesita de mi vida, yo veo el amor a través de ti, y hoy, particularmente hoy, quiero que sea de todos los colores. Esta mañana me han dicho que salimos el día del Bendito San Juan, y ahí, con la lluvia que seguramente inundará los caminos, venceremos al austriaco y su horda. Hoy afirmo, amadísima mía, que te amo más que a todo, más que nunca. Tuyo siempre”.

BIN

El día indicado, el Barón salió al frente de un batallón de jinetes de Cerdeña. Fue una batalla cruenta que, no solamente marcó decisivamente lo que hoy conocemos como Italia, si no que, del sufrimiento que brotaba de los miles de heridos, surgieron dos instituciones: La Cruz Roja, y la Enfermería, como profesión.

Ignaz cayó fulminado por una bala de cañón de 40 kilos, le hizo pedazos el pecho. La cara quedó hecha un amasijo que se confundía con el lodo provocado por la pertinaz lluvia. Eran las 4:55 de la tarde. La Marquesa escribió lo siguiente, aún antes de saber la noticia de Ignaz:

“¿Y si se acaba el amor?

Quien no ha amado, te va a decir las mil y una maneras de superar la sensación de vacío; te explicará, con lujo de detalles, cómo se cambia un día gris por uno brillante, y te dará una larga lista de consejos… Yo no quiero saber nada, porque nada sé de mi amado; ya no hay sol, ya no hay luna, solamente un mar eterno de lágrimas”

MTR

Un año, exactamente después, a las puertas del Marquesado llegó un caballero, todo vestido de gris, montando en un impresionante caballo gris también. Entregó un papel amarillento al que le abrió la ventana de vigía, y le dio instrucciones de que, sin leerlo, lo entregara directamente a la Marquesa. Así procedió el encargado. La Marquesa lo tomó y con mano temblorosa leyó:

“Sólo por esta noche, vamos a llenarnos de besos.

Sólo por esta noche, vamos a llenarnos de ternura y amor.

Sólo por esta noche, hagamos el amor como si solamente existiéramos tú y yo.

Sólo por esta noche, seamos eternos, sólo por esta noche.

Y el día que lleguen las lluvias, se lleven lo que quedó de esta noche, donde sólo estuvimos, tú y yo”

BIN

Se quedó como suspendida por muchas horas, y después lloró amargamente. Cambió la ropa negra que llevaba desde el día en que supo de la muerte de Ignaz, por una de color gris, pensando en aquel Caballero que había llevado el papel. Justo un año después, volvió a tocar el Caballero Gris, y siguiendo iguales movimientos al año anterior, entregó otro papel amarillo, manchado con algo que parecía sangre. El que abrió la puerta salió corriendo en busca de la Marquesa, hizo el encargo y regresó para pedirle al caballero que esperara, pero ya se había marchado. Esto fue lo escrito:

“Amada mía,

nos vamos a encontrar sin que alguien nos tenga que avisar,

Y aunque vivas en otras tierras

O en otro lugar,

Sé que vamos a ser amigos de verdad.

Yo puedo seguir esperando gracias a mi imaginación,

Porque es lo único que habla

Por lo que fui y por lo que soy*”

BIN

Y la Marquesa volvió a llorar, y de la noche a la mañana, su pelo se volvió gris. Pasado un año exacto, la Marquesa se apostó en la puerta, esperando al caballero. A la hora acostumbrada, se oyó la puerta. La Marquesa abrió, y casi pierde el sentido al darse cuenta de que, aquel caballero gris, ¡era Ignaz! Antes de poder decir algo, el caballero salió a galope. La Marquesa se recobró un poco, e inmediatamente montó el caballo que había preparado, por si tenía necesidad de alcanzar al caballero. Galopó por varias horas, hasta que, cerca de la media noche, apenas alumbrado por la luna, vio la silueta del caballero, quien estaba arrodillado, llorando frente a una tumba. Se acercó sigilosamente, y por encima del hombro leyó la lápida que mojaban las lágrimas del caballero, “Marquesa de la Torre Roja, quien fue muerta por un batallón del Emperador de Austria, a las 4:55 de la tarde, del día 24 de junio de 1859”. Y lloró amargamente porque se dio cuenta de otra verdad, y es que, el amor verdadero, nos sigue aún después de la vida.

Reciban un abrazo.

Atte., Juan Bosco Ruiz Padilla

*Lito Nebbia.